El
film Zona Escarlata, nominado a cinco premios Oscar de la Academia de Hollywood
y otros tantos del Círculo Ojo Sapiens,
de Roma, hizo que un vasto público con deseos de trepidar emociones frente a la
gran pantalla, formara largas colas en el Teatro Esex: último grito de la modernidad
por sus butacas ultra-reclinables, su atención personalizada de refrescos y
palomitas de maíz, y un aire de soplos gélidos que equilibra las transpiraciones
de las películas violentas. Ayer, como en las demás tandas, la sala se llenó de
caraqueños afanosos del hipnotismo cinematográfico y de los exilios de la
rutina. Función de las 9 pm, afuera llovía.
La
cinta, como corresponde a las superproducciones, empezó por mostrar un sinfín
de escenarios en cascada visual: cielos que se derrumbaban sobre una ancha megalópolis,
colosales edificios gemelos y emergentes, calles inagotables, helicópteros de revoloteo
perfecto, policías con cascos grises y metálicos, detectives embozados y unos
ladrones-asesinos-facinerosos que robaban y huían. Acto continuo, la
persecución de automóviles a velocidad mortal, los volcamientos de rigor, el surround de la metralla, los choques
mutuos y fantásticos, los cadáveres encima del macadam…