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lunes, 27 de febrero de 2017

NUEVO VIRUS VIOLENTA COMPUTADORAS MUNDIALES


   
 
Entre los más astutos y novísimos gusanos informáticos, hay uno llamado Literator que aprovechando los deslices de los usuarios, se instala en el disco duro de la computadora para hartarse únicamente aquellos textos de infame redacción. El maligno espécimen (o quizás beneficioso desde el punto de vista que juzguemos sus acciones), es enemigo de los ripios, las cacofonías, las frases hechas, los barbarismos, las torpezas imaginativas y, sobre todo, de los lugares comunes que tanto deslustran los idiomas; y por eso, en tiempo digitalizado, se engulle cualquier resbalón escritural con la finalidad de suprimirlo del ordenador. Así, a lo largo del planeta y sus lenguas, infinidad de discos duros han quedado vacíos (y vacilantes), y la mayoría sufre en lo sucesivo de profundos temores para el arranque, como si entendiese los alcances del síndrome.

Los analistas de Microsoft Corporation, encabezados por la acuciosidad comercial del propio Bill Gates, determinaron luego de años de hecatombes masivas en su misma empresa, que el gusano Literator fue invento de un temerario joven paraguayo (ya no tan muchacho en la actualidad), cuyas pistas se ocultan bajo el anonimato del correo electrónico y miles de mensajes trucados. Algunas incidencias, aparentemente vacuas, constan en los registros secretos de Microsoft: que el hacker, por soberbia o por falta de recursos, nunca culminó los estudios de Letras en la Universidad de El Chaco; que pese a su inflexible voluntad, tampoco obtuvo un premio de narrativa ni un simple accésit; que no tiene familia conocida y que está un poco calvo –además de flaco-  por causa de sus esfuerzos cibernéticos.
Los miembros de talleres literarios, los prosistas ocasionales, los periodistas súbitos, los fervorosos de las redes sociales, los vates del “poetariado” mundial, los burócratas irredentos, los novelistas prolíficos, los autores de best-sellers y los escribidores de interminables discursos (por sólo citar una parte de sus víctimas), no hallan cómo enfrentarse a las agresiones de tan sigiloso germen; y en provecho de la seguridad retórica, han ofrecido una abultada gratificación mercantil a quien encarcele el virus y a su creador (Ver www.recompensamillonaria.com). Otros, bajo la conciencia de que tal gusano informático debería erigirse en el gendarme necesario de los idiomas, propugnan su libre ingreso a todas las computadoras del orbe mediante un download rápido y gratuito.
Mientras tanto, el incógnito paraguayo, desde una selva de  programas y un enjambre de ordenadores sin marca, amenaza con extender sus troyanos ataques de violencia soterrada a la mensajería de texto y de voz de los teléfonos celulares, provocando un tsunami comunicacional de consecuencias impredictibles. No sabemos cuáles mecanismos ni parámetros utilizará, pero lo razonable es prepararnos con pulcra inteligencia y corrección de estilos para afrontar las próximas embestidas del hacker.



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